Hace unos cuantos años que un servidor comenzó a dar sus primeros pasitos en el mundo del videojuego. Aprovechaba cualquier rato libre del que disponía para jugar unas partidas a mi ZX Spectrum mientras mis padres vigilaban que este tiempo de ocio no se convirtiera en una obsesión o que abandonara las pocas obligaciones que se tienen cuando uno es un niño.
Pero como los tiempos cambian aquellos niños que gastábamos nuestra paga en el Street Fighter II ahora somos los padres encargados de educar a estos potenciales jugones. Un tarea nada fácil, pero al menos contamos con más información y ayuda que la que tuvieron nuestros padres.
Todos y cada uno de nosotros hemos jugado a escondidas de nuestros padres a juegos que no eran adecuados para nuestra edad. Eso no ha acabado convirtiéndonos en delincuentes o asesinos, por lo menos a la mayoría de nosotros, pero la falta de información, el alto índice de piratería y el desconocimiento de la materia por parte de nuestros progenitores hacían difícil el control de estas prácticas.
Aunque podríamos decir que en la actualidad todo esto podría estar algo más controlado, la realidad es que el conocimiento de los padres sobre los videojuegos a los que dedican su tiempo sus hijos sigue siendo una utopía en la mayoría de los casos.
En la actualidad existen métodos más que de sobra para poder llevar un control de los juegos a los que acceden nuestros hijos. El tantas veces nombrado código PEGI y el control parental, que incluyen la mayoría de las consolas actuales, permiten limitar el acceso a contenidos no aptos para según que edades.
Pero ahora el problema es otro. Este proceso de educación requiere una implicación por parte de los padres al igual que cualquier otro aspecto de la educación de nuestros hijos. Ir a comprar los juegos con ellos, saber que elegir o preguntar al dependiente sería suficiente a la hora de controlar este aspecto, pero en la mayoría de los casos es mucho más cómodo darle el dinero y que el niño compre lo que quiera.
Otro de los problemas a los que nos enfrentamos como educadores es la sociedad que nos rodea. Si al hijo de tu vecino su padre le compra la última entrega de la saga Call of Duty por lógica tu hijo va a querer jugar a lo mismo.
Este es el aspecto más complicado de controlar. Todos alguna vez hemos visto en alguna gran cadena de comercialización de videojuegos la típica escena en la que un padre compra, aun en contra de la recomendación del vendedor, un título para mayores de dieciocho años a su hijo de doce.
Conclusiones
El hándicap de la sociedad es lo que realmente complica educar correctamente a nuestros hijos a hacer un uso correcto de los videojuegos. Entiendo que tendremos que hacer el papel de malos, ya que el padre de su amigo será un ser maravilloso porque le da a su hijo todo lo que desea.
Nuestro deber como padres es tratar de hacer entender a nuestro hijo que todo tiene su momento, tratar de orientar al padre de tu vecino y demostrarle a tu hijo que igual de divertido es jugar al Rayman que al Call of Duty.
Compartir esa afición con él y pasar unos ratos divertidos jugando unos partidos al FIFA de turno puede ser una experiencia que ayude a fortalecer el vinculo padre-hijo.
Evidentemente los tiempos han cambiado, nosotros podemos afrontar este asunto con mucho más conocimiento del que lo hicieron nuestros padres y podemos compartir muy buenos momentos educando a nuestros hijos en el correcto uso de los videojuegos.
Nadie dice que sea fácil, pero ¿acaso no es nuestro deber intentarlo?
Hay que tener un cierto control sobre los hijos, pero no creo que jugar a juegos violentos desencadene una personalidad violenta en un futuro. Yo crecí jugando a Street Fighter, Streets of Rage y Tekken y no me dedico a ir dando golpes por ahí
Depende mucho de la madurez del niño, aunque eso sólo lo pueden evaluar los padres.
Aunque comprenderás que ponerte a serrar locus con tu hijo no es algo que vaya a ayudar mucho a su educación, sobretodo en determinadas edades…
Que tema más delicado, estoy con Sergio y contigo cuando decís que los juegos violentos no te hacen violento, pero no se hasta que punto no es lo mismo los juegos violentos de antes con los de ahora. Con todo el catalogo que hay quizás la mejor idea es ir avanzando por una especie de pendiente de violencia. Al final, juegos como Mario Kart o o Rayman tienen la misma adictividad que lo violentos sin tener que herir sensibilidades
Él tema es delicado porque a nadie le gusta que le digan como tiene que educar a sus hijos.
Es cierto que quizás la violencia ahora sea más explícita que antes y no podemos comparar Street Fighter con Ninja Gaiden, pero cómo bien dices él catálogo de juegos es tan amplio que se pueden tratar de evitar ciertos juegos en determinadas edades sin dejar de disfrutar de los videojuegos.
Esto es como la televisión… ¿ha habido alguna serie de dibujos animados más violenta que Los Caballeros del Zodíaco o Dragon Ball? Los niños crecen ahora con Pokémon o Gormiti que son muy lights y no se encuentran diferencias significativas entre una generación y otra
¿Que no hay diferencia significativas?
Las hay y sobretodo en detrimento de las generaciones actuales en comparación con nosotros, ¿acaso sabíamos antes que eran términos cómo ninis?
Ten en cuenta que él público potencial de los videojuegos es mucho mayor ahora que antes.
Quizás la diferencia principal es que las generaciones anteriores eran mucho más maduras y responsables que los que tenemos ahora.
De acuerdo totalmente con tu última frase. Antes nosotros sabíamos que para jugar a la consola teníamos que estudiar antes y aprobar, ahora lo que hace falta es mano dura.
[…] ciertos libros de fuerte contenido erótico después de que se ponga el sol? No cabe duda de que los padres preocupados porque sus hijos no accedan a material inadecuado tienen derecho a proteger su inocencia, pero la […]
[…] otros datos interesantes, como que el 56% de las participantes asegura que el juego representa una actividad que permite que toda la familia participe. En eso tienen razón, me parece una manera muy atractiva para que los hijos quieran pasar tiempo […]
[…] llegar a ser extremadamente opuestas. Por un lado podría estar intentando esquivar la falta de educación de algunos, por otro podría explicar por qué alguna gente sigue pidiendo mientras otros se […]
[…] vida. Lo que pasa es que no todas las familias tienen los mismos valores, y además, no todos los padres se paran a pensar en qué valores querrán infundir a sus hijos. La adopción, la orfandad, la […]