Dos largos años han pasado ya desde la primera aparición pública de Quantum Break, y la información que se desprende del próximo título de Remedy Entertainment ha ido apareciendo de manera dolorosamente paulatina, sin ninguna prisa. Nos ha ofrecido lo justo y necesario para dejarnos con la boca abierta por su increíble demostración de músculo, que grita a los cuatro vientos que la nueva generación de consolas –en este caso Xbox One– tiene muchísimo potencial aún por explotar. Y en Quantum Break encontraremos un juego que saca tajada de ese potencial que tiene la consola con la idea del control sobre el tiempo como hilo conductor para narrar su historia.
A pesar de ese silencio ante los medios de comunicación desde su presentación, Remedy estaba muy muy lejos de cancelar su proyecto –como se llegó a sospechar por este mismo motivo–, y en la Gamescom 2015 ha estado presente con un gameplay en el que demuestra que vamos a vivir una experiencia muy cercana a lo que puede ofrecer una serie de televisión con esos gráficos tan impresionantes. Porque sí, a simple vista, Quantum Break contiene un despliegue delicioso de gráficos, con un motor hecho a medida para aprovechar todo lo que puede dar de sí Xbox One. Si a eso le sumamos la calidad de las texturas, la impecable captura de movimientos y el modelado de personajes, estamos ante un juego gráficamente alucinante.
La tónica me recordó de inmediato a Beyond: Two Souls. Un juego que en su momento presumía –y lo sigue haciendo– de contar con una narrativa rozando la excelencia, y que incluso fichó a Ellen Page y Willem Dafoe para dar vida de forma soberbia a los protagonistas del juego. En Quantum Break los protagonistas también son encarnados por actores reales –como Shawn Ashmore o Aidan Guillen–, y en ese gameplay quedó claro que el realismo en una de las piedras angulares del juego con una captura de movimientos y expresiones ridículamente lograda. Sin embargo, el punto en el que vuelven a converger ambos juegos ha sido señalado de inmediato; la linealidad del juego.
¿Podemos estar ante un juego lineal que no pierde puntos por ello? Absolutamente sí. Parece que la nueva moda de los videojuegos es ofrecer un “mundo abierto” para sacudirse el estigma de juego lineal, pero yo no lo considero algo necesariamente negativo, siempre y cuando la jugabilidad sea correcta. No quiero ver una película, quiero jugar a la película y empaparme de la historia que cuenta. Quantum Break no busca en absoluto ser un juego de mundo abierto con grandes escenarios que explorar. Au contraire. Busca, simplemente, contar una historia utilizando una mecánica de juego basado en las paradojas temporales, todo ello, claro está, con unos gráficos imponentes cercanos al fotorrealismo del séptimo arte.
Pero dejamos a un lado esos gráficos para centrarnos en la jugabilidad, que será la clave para que Quantum Break termine siendo o no uno de los mejores juegos del año. La idea del control del tiempo sobre la que radica tanto la narrativa como el gameplay está ahí, y está muy presente en su demostración. Para luchar contra los enemigos hemos visto varias habilidades, entre las que se cuentan: detener las balas que nos disparan, congelar el tiempo por completo y movernos entre los enemigos, o un proyectil que destroza el transcurso natural del tiempo. Y no sólo eso, sino que en Quantum Break también tenemos puzles por resolver, y coberturas tras la que escondernos. Toda una mezcla de elementos que por desgracia necesitamos analizar más a fondo para ver si funciona o no.
En cualquier caso, la propuesta de Quantum Break es muy interesante. Gráficamente espectacular, y con elementos jugables que pueden aportar frescura a la idea narrativa que nos expone el juego, pero que debemos ver más a fondo para saber si funciona tal y como Remedy Entertainment espera que funcione. Quantum Break está proyectado para el próximo 5 de abril de 2016, así que veremos mucho más de él en los próximos meses.