Minecraft | Una vuelta a los orígenes

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Minecraft, un juego que no deja indiferente a nadie, un juego que ha demostrado que no hace falta mucho para hacer que nos divirtamos como aquellos niños que pasaban horas delante de la consola con su bocadillo de Nocilla, un juego que ha hecho que muchos recuperemos la fe en el juego cooperativo y que a pesar de ser adultos, volvamos a sumergirnos en esa magia que los juegos de los 90 sabían aportar mejor que nadie.

Una cosa a la que estamos muy acostumbrados los gamers, especialmente aquellos que nos consideramos hardcore gamers, es a ver como aparecen títulos, normalmente de carácter indie, que golpean con fuerza el mercado. Vemos títulos como Plantas vs Zombies o Angry Birds que sorprenden a propios y ajenos creando una expectativa sin igual, y ganándose tanto a los casual gamers como a los que no lo son tanto.

Minecraft creeper diamante

En mi experiencia con Minecraft me ha pasado algo un poco parecido. Cuando comenzaron a aparecer las alphas de aquel “aburrido” juego de bloques que no tenía sentido, aquel “aburrido” juego que emulaba los Lego con los que siendo pequeño pasaba horas y horas. Pero claro, ya no soy pequeño, ¿Qué diversión podía aportar aquello a mi vida? ¡A mí! ¡Yo que he cazado dragones, he conquistado imperios y he jugado a juegos que tienen tantas opciones y combinaciones que no tenía combinaciones de teclas suficientes para poder hacerlas todas! Pues señores y señoras, Minecraft fue para mí una cura de humildad y una vuelta a los básicos.

En compañía sabe mejor

Cuando mi amigo Eugenio me regaló este juego, lo primero que pensé fue: pffff seguro que esto es un coñazo, y el caso es que lo arranqué, apareció un personaje feo y falto de carisma, acto seguido me moví, rompí una pieza del terreno, rompí un árbol, presioné la tecla Esc. y acto seguido cerré el juego.

Cuando le comenté a Eugenio mi mala experiencia con el juego su respuesta fue, ¡Qué dices, pon Skype! y allí fuimos, arrancamos la conversación por voz, nos metimos en el juego, en un servidor, y comenzamos a jugar juntos.

Al principio, exactamente igual que pasa con los juegos más complejos, aquel juego tan simple me hizo sentirme desbordado, ¿y cómo se crafteaba un pico? ¿Y un hacha? ¿Y de dónde sacaba las tablas?, el caso es que tras la incertidumbre inicial comenzamos a hacer pequeñas cosas, descubrí que había un material que era la piedra, que con un pico de piedra podría recolectar metal y que con el metal llegaría el metal más preciado de todo el juego, ¡el diamante!

Sin embargo, el juego no acaba ahí, Minecraft tiene mucho más trasfondo, todo el mundo sabe que por la noche salen “Monstruos”, pero lo que nadie, a día de hoy, me ha podido explicar es ¿Por qué diablos dan tanto miedo esos monstruos? ¡Qué me estás contando! He jugado al F.E.A.R, me he batido el cobre con el Doom3, estoy tan cansado de matar bichos malísimos que la primera vez que me apareció un zombie y vi que no había forma humana de que muriese con la espada de madera, entró en mí una tensión solo comparable con las que se ven por las tardes en las tertulias de Sálvame. ¿Cómo podía ser aquello?

Seres vivos de Minecraft

A día de hoy es un secreto que me sigue ensimismando y maravillando a partes iguales, es cierto que tras muchas horas de juego ahora soy lo equivalente a un guerrero Espartano, mato mobs -los seres vivos de Minecraft- hasta con un muslito de pollo y me río a mandíbula batiente cada vez que los mato.

En conclusión, tras un cierto número de horas es cuando realmente comienzo a exprimir el juego en todo su encanto. Mi recomendación, jugad con otros, haced un Hangout de Google y dejadlo de fondo, poned Skype, haced lo que gustéis, pero hacedlo en compañía.

A día de hoy son muchas veces las que en Difoosion quedamos mi amigo Axel, Eugenio, Jordi (a este lo estamos picando), Rafa, etc. para jugar y tras cientos de horas juntos, jugando y riendo, cada vez nos gusta más y nos lo pasamos mejor.

Cuando el mercado se satura, regresa a los orígenes

Y es que algo hemos aprendido de este juego indie que salió en una versión tan prematura que jamás una gran compañía lo habría permitido. Un juego que a pesar de su simplicidad es tan grande como esos complejos universos en los que matas dragones y rescatas princesas. Un juego que sencillamente incita a pasar horas con tus amigos, yendo a las minas, construyendo una casa, llenando el inventario del pobre despistado con todos los materiales que te sobran y no sabes qué hacer con ellos.

Gracias a Minecraft hemos redescubrierto el juego cooperativo, hemos aprendido que sólo hace falta algo divertido para que queramos pasárnoslo bien de nuevo con nuestros amigos, con el chat abierto y contándonos cosas mientras cavamos en la mina. Este juego, casi sin objetivo final -ya que prácticamente a nadie le importa matar el dragón final, a todos nos importa más hacer nuestras casas, construir cosas raras, trampas para mobs, etc.- ha sido capaz de camelar a los jugadores más críticos, a aquellos que ya no creíamos en nada que no tuviese varios de millones de inversión por detrás.

Merienda de los consoleros

Nocilla, la merienda de los jugones

Una vez más la filosofía KISS (Keep It Simple and Stupid, mantenlo simple y estúpido) ha demostrado que el ser humano es, en muchas ocasiones, muy sencillo y nos ha proporcionado de la forma más estúpida muchas horas de entretenimiento.

¿Qué supone esto?

Esto, como le gusta decir a nuestro compañero Diego Liarte, supone “una patada en la boca al mercado” una forma de decir, basta, recuperemos un poco la magia de los juegos de los años 90, volvamos a reiniciar el concepto y el pensamiento y hagamos cosas divertidas, ¿No es acaso eso en lo que se basa Nintendo?

Os advierto que si Minecraft hubiera tenido unos gráficos fotorrealistas y ultrabrutales dignos del GTA XXVII seguramente no nos gustaría, porque lo que queremos son nuestros cubos, simples y sencillos que nos evocan la nostalgia de cuando montábamos Legos o jugábamos con Playmobil y donde ahora, con bastantes más años, retomamos y nos divertimos como los niños que aún somos, recuperando esa diversión por la que de pequeños nos empezamos a comprar juegos y que a día de hoy buscamos desesperadamente en las grandes franquicias.

Y tú ¿Juegas sólo o con amigos? ¿Prefieres los gráficos Next Generation o eres más de bloques cutres? ¿Te animarás a jugar con nosotros en el próximo llamamiento por Twitter?

Archivado en Indie, Minecraft, Mojang
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Comentarios (3)

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  • Plas! plas! plas! (aplausos). Gran articulo! me ha recordado ademas cuando hace ya creo que 4 años, compre el minecraft y solo podia hacer 4 cosas pero ya me pasaba las horas investigando cuevas mucho menos complejas que ahora, pero que me abrumaban de igual manera por lo alucinantemente construidas que estaban para ser “aleatorias”. una rebanada de pan con nocilla para ti!

  • Axel Marugán dice:

    Increíble y emotivo artículo. La verdad es que todos nos hemos sentido así cuando empezamos a jugar a este juego: más perdidos que un pingüino en un garaje. Pero una vez que empiezas a jugar en multijugador todo cambia y ya no puedes pasar sin él… Ya tengo ganas de la próxima partida…

    • Luis dice:

      Sí, yo también me muero de ganas de jugar la próxima partida 🙂 🙂 a ver si conseguimos que nuestros lectores se animen, por cierto, siempre avisamos por twitter de que vamos a jugar y damos la ip del server por privado 🙂 para que dudéis en contactar con nosotros si veis que vamos a jugar 😀

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