Hace ya varias entregas que los usuarios comenzamos a perder todo interés en las campañas de Call of Duty. Desde World at War y Modern Warfare 2 no se recuerda una gran campaña en una de las sagas más vendidas de la historia del videojuego. Y esto es un problema.
Es un problema, porque aunque se subsane muy acertadamente cada año con un multijugador adictivo y espectacular, son recursos de un estudio destinados a una parte que ya no interesa a la gran mayoría de jugadores. Por suerte, Activision siempre ha pensado que era necesario hacerla, y algunos usuarios hemos seguido jugándolas.
El principal punto negativo de estas campañas es la repetición anual más que las campañas por sí mismas. ¿Son realmente peores que las de hace 5 años? Pueden estar menos inspiradas por el agotamiento bienal –ahora trienal– de sus estudios, que no sacan suficientes ideas para, no sólo hacer un argumento coherente o intenso, sino para dotar al universo de chispa. Ofrecernos personajes interesantes que nos de pena verlos partir, y malos malísimos a los que deseemos matar con nuestras manos. Tampoco pedimos una historia repleta de decisiones morales y dramáticas como la de The Witcher 3.
Y a pesar de lo que hayamos podido decir estos años pasados, los tres estudios han conseguido más o menos esa misión. La campaña de Advanced Warfare contaba con algunas de las virtudes que buscamos, pero adolecía de otras tantas enfermedades. Y es que nuestro protagonista sencillamente no nos importaba nada, fue un un saco de boxeo que iba sufriendo los pecados de Atlas. Donde sí triunfó la pasada entrega fue en plantarnos a un malo carismático y a un hermano de armas con la suficiente personalidad como para echarlo de menos.
Son campañas sencillas, no demasiado largas, y en general, efectivas. Los argumentos cojean a ratos, a veces hasta se nos atragantan durante unas horas. Pero podemos echarnos unas 9 o 12 horas pegando tiros como locos, intentando conseguir todos los disparos a la cabeza posibles y desesperándonos en el máximo nivel de dificultad. A veces el cuerpo no pide más que eso, pero que todos los años tengamos una campaña muy parecida en estructura a las anteriores, aburre.
Sin embargo, la aproximación a la campaña en Black Ops III podría cambiar para siempre las campañas de Call of Duty, y la idea que los usuarios tenemos sobre ellas. Los mapas son abiertos, las posibilidades se multiplican y por fin tenemos la sensación de poder elegir nosotros qué hacer, no sólo seguir el camino de baldosas amarillas que nos dejan los desarrolladores hasta el inevitable final. Y esto no lo tenemos en cualquier shooter, sin ir más lejos, el exitoso Wolfenstein The New Order no podía ser más pasillero, pero su historia, ambientación y diálogos lo llevaron al estrellato.
La inclusión de opciones, de decisiones, sean del tipo que sean, es un factor determinante en cualquier juego cooperativo. Incluso en solitario puede interesarnos mucho hacer una misión que ya habíamos hecho, por probar rutas diferentes, conseguir una mayor puntuación dominando otra especialización con nuestro personaje y probar distintas armas. Si esto ya de por sí es muy atractivo, la posibilidad de hacerlo con otros 3 amigos puede convertir la campaña de Call of Duty: Black Ops III en un éxito de masas.
Formamos nuestro propio pelotón, cada uno se centra en sus especialidades, y si tenemos 3 amigos con los que jugar, conoceremos el modo de juego de cada uno de ellos, podremos ayudarnos mejor y coordinarnos de manera que reventemos los marcadores globales. La gran diferencia que habrá con el multijugador será que jugaremos contra la IA –que será un reto al contar con 20 tipos diferentes–.
Jugar con amigos en escenarios donde podemos desplegar diferentes estrategias será, seguramente, la redención definitiva de las campañas de Call of Duty, y probablemente el paso más inteligente de Treyarch ante las constantes críticas que acusaban a la franquicia de falta de innovación.
¿Estabas aburrido de las campañas de Call of Duty? ¡Ve reuniendo a tus amigos!