Aún no hemos terminado la aventura que nos ofrece Dark Souls 3, pero nos atrevemos a decir que, sin duda este es, si no el más fácil, de los bosses más fáciles que nos encontraremos en Dark Souls 3. No os alarmeis, tampoco es un paseo, y, tranquilos, también los hay realmente imposibles más adelante. Sin más demora, comencemos a hablar de estos seres demoníacos.
La secta de los ojos rojos
Como se puede imaginar por el plural, se trata de un boss múltiple, aunque, más que múltiple, se podría decir que es masivo. Al entrar a la sala del jefe veremos un montón de no muertos, algunos diferentes entre sí que nos atacan cuerpo a cuerpo y con magia. Según los vamos despachando aparecen más pero… no hay mucho misterio.
La verdad es que es una lucha muy pero que muy simple, y si llevamos un arma que cubra un buen rango como por ejemplo un espadón, o usamos hechizos, piromancias, o milagros de área será un camino de rosas. Además para colmo podemos usar una calavera seductora para distraerlos y centrarse en el objetivo principal (un orbe rojo que va pasando de criatura en criatura por tiempo).
No os confiéis, esto sigue siendo Dark Souls, y, si no atacamos al orbe en mucho tiempo empezará a brotar humo que maldice hasta llenar toda la habitación, pero, si os mantenéis lejos de ellos y vais barriendo poco a poco, no os costará nada.
Son débiles al los ataques físicos y la espada asesina de huecos les hace bonus de daño. Respecto a las resistencias, su defensa es alta contra ataques oscuros, mágicos, de hemorragia o venenosos.
Como siempre, si te ves superado por el desafío puedes invocar a alguien para que te ayude, pero, es un encuentro tan sencillo que con un poco de esfuerzo cualquiera es capaz de superar.