Hoy mi artículo no tiene ninguna base, no se apoya en las noticias de última hora, en los rumores sobre la nueva generación de consolas o las novedades que nos traerá el inminente E3 que se celebrará dentro de unos días.
Como ya he comentado en la entrada del artículo hoy me he levantado con un fuerte sentimiento de nostalgia. He recordado los momentos en los que los videojuegos eran la base de encuentros sociales donde mis amigos y yo nos reuníamos frente a una pantalla de tubo, que bien podía ser de quince míseras pulgadas, para compartir una tarde realizando campeonatos de FIFA, Pro o Street Fighter mientras la madre del niño que hacía de anfitrión nos traía colacao y pan con chocolate para todos.
Delante de esa minúscula pantalla pasábamos horas y horas. Los campeonatos se llevaban con papel y lápiz y los sorteos se realizaban con papelitos en los cuales escribíamos nuestros nombres. El proceso de quedar era lo más rudimentario que se podía utilizar en aquella época. Marchábamos casa por casa y con un silbido hacíamos ver que estábamos abajo esperando mientras se escuchaba ¡Mama me marcho a casa de Carlitos!
Estos encuentros que ayudaban a fomentar la relación entre los niños han desaparecido. Tengo claro que mi hijo, llegado el momento, no invertirá su tiempo en ir uno por uno a recoger a sus amigos para quedar en casa de uno de ellos y jugar al FIFA 2025.
La evolución de Internet y las funciones online de los títulos actuales han acabado de un plumazo con estas reuniones. Pocos son ya los juegos que te permiten vivir experiencias multijugador a pantalla dividida y los multitaps, tan deseados en aquella época, ya no se venden o cogen polvo en las estanterías de las tiendas.
Ahora cada uno desde su casa y micrófono en mano se organizan campeonatos a nivel global, ya no juegas con tus amigos del barrio, si no que tus rivales son de otras ciudades o incluso otros países y que, en salvo en ocasiones muy contadas, no conocerás nunca en persona.
Como todo en la vida esto tiene sus ventajas y sus inconvenientes. La globalización nos permite compartir partidas con gente de otros muchos lugares aportando la riqueza cultural que no puedes adquirir con Carlitos. Pero por otro lado se pierde ese trato humano, esa sensación de verle la cara a tu compañero mientras juegas o como esconde el mando de la PS2 para que no veas a que lugar va a lazar el penalti que decide el partido.
Como le ocurrió al encantador pueblo de Radiador Springs en la genial película Cars de Pixar, la evolución en las comunicaciones hizo que los viajeros se perdieran el encanto de las bellas tierras que rodeaban el pueblo y sus habitantes quedaron estancados en el pasado esperando que volviera las cosas a ser como antes.
Yo al contrario de la bella Sally, no soy tan optimista. Se que estos tiempos no volverán y que las nuevas formas de jugar son más cómodas para los niños de hoy en día. Ellos no conocerán nunca como eran las cosas antes y no podrán echarlas de menos. Disfrutarán ganando a su amigo de la otra punta del país desde la comodidad del Xbox Live y se reirán mientras charlan con ellos. Pero nunca sabrán lo que es tener a 10 amigos en un cuarto minúsculo correando tu nombre al marcar ese espectacular tanto.
Nostálgico si, ya lo he avisado, pero es que hoy me he dado cuenta de lo mucho que echo de menos el colacao y el pan con chocolate.
¡Qué tardes de diversión inocente!
Hola La verdad es que echo de menos esos dias en las que unos quedaba con los amigos y se pasaba toda la tarde jugando al Pro o al Fifa en televisiones de 15 pulgadas, el unico descanso que habia era el momento de la merienda. Grandes recuerdos que nunca se olvidan. Felicidades por tu dia.
[…] Si hoy tuviéramos que buscar juegos parecidos a Golden Axe, Altered Best, Double Dragon o el mismo Streets of Rage, tendríamos que acudir a videojuegos Hack and Slash, un subgénero de los _ Beat ‘em up _, como por ejemplo la saga Devil May Cry. Sin embargo, juegos como Streets of Rage triunfaron en su momento gracias a su jugabilidad, gráficos y la diversión con los amigos. […]