La espera entre la segunda entrega de la saga y la que nos ocupa hoy fue, nada más y nada menos, que de 6 años. Una larga espera considerando que apenas hubo un año entre los dos primeros juegos. Muchas cosas pueden cambiar en tantos años. Y eso es lo que pasó en Lucas Arts. Con Ron Gilbert fuera de la compañía y Tim Schafer dedicado a otros proyectos, la columna vertebral de la saga no estaba presente para la tercera entrega, Curse of Monkey Island.
Así que los nuevos encargados del proyecto, Jonathan Ackley y Larry Ahern, tenían sin duda una ardua tarea como objetivo: realizar una entrega de la saga que estuviese a la altura del pedigrí de esta misma. El resultado, más que satisfactorio.
Guybrush vs LeChuck, Ronda 3
El juego retoma la historia donde la dejaba la segunda entrega, con Guybrush en las garras de LeChuck y su hechizo. Por suerte consigue escapar y una vez más vencer al pirata. Con su victoria consigue un gran botín, un anillo con un enorme diamante incrustado, perfecto para pedirle matrimonio a su amada Elaine. Pero con la suerte de Guybrush resulta que el anillo está maldito y transforma a Elaine en una estatua de oro. Para colmo de males LeChuck no sólo sobrevivió al último enfrentamiento con nuestro querido protagonista, sino que secuestra a Elaine. Comienza una nueva y larga aventura para Guybrush.
Lo más destacado cuando vemos esta nueva entrega es su nuevo y reluciente apartado gráfico. Seis años son muchos y han dado la oportunidad a Lucas Arts y a sus artistas de crear un mundo con mucho más detalle, desde los preciosos escenarios pintados a mano hasta los protagonistas, mucho más definidos y ofreciendo mejores animaciones. El resultado es casi como ver una película de dibujos animados con un estilo muy personal y trabajado. Según los directores, querían alejarse del estilo Walt Disney y se puede decir que lo han conseguido.
Además, usando de lleno el almacenamiento del CD-ROM, el juego contaba con voces para todos los diálogos y música orquestada por el compositor de la saga, Michael Land. Todo ello usando el antiguo y duradero motor gráfico SCUMM.
La mezcla de todos estos elementos conseguía una presentación que dejaba muy atrás a las primeras entregas de la saga, y sin duda alguna, una de las mayores virtudes del juego. Pero a pesar de este maquillaje gráfico hay que tener en cuenta que seguimos estando delante de una aventura gráfica, por lo que no hay demasiados cambios en este sentido. Pero sigue siendo una gran aventura gráfica. Y es que, a pesar del cambio de directores, Curse of Monkey Island sigue conquistando a los jugadores con su gran humor, referencias y guiños tanto a los anteriores juegos como a otras obras de cine o literatura. Hay que decir que esta entrega es más larga y con mucho que explorar en sus escenarios, llenos de objetos con los que interactuar y obtener un comentario de Guybrush.
A pesar de seguir las directrices del género, el juego incluye escenas de acción, vistas en otros juegos como Full Throtle, donde se requiere del jugador algo más que pensar. Por suerte no son demasiado difíciles e incluso podemos saltárnoslas en algunos casos. Pero sin duda sirven para dar algo de variedad al juego.
En pocas palabras: Curse of Monkey Island es más que una notable entrega de la saga y que es, seguramente, la entrega con la mejor combinación de gráficos y estilo visual. Un juego precioso, divertido y entretenido. Un ejemplo más del gran talento de Lucas Arts en los años 90.
La semana que viene toca el resto de entregas de la saga. ¡No os lo perdáis!