Lo de Activision-Blizzard y Vivendi era básicamente un matrimonio muerto. Vivendi, que tenía los derechos de Crash Bandicoot y Spyro the Dragon, se alejó del mundo de los videojuegos años atrás cuando sus intentos de convertirse en una poderosa distribuidora fallaron estrepitosamente, uno de los restos de esta etapa era su posesión sobre Activision. Pero al menos la indiferencia de Vivendi le permitía hacer a Bobby Kotick más o menos lo que quisiera, pero Vivendi necesita dinero para sus subsidiarias lo que provocó que ésta pusiera en venta a Activision dejando una única posibilidad a dicha empresa: comprar las acciones que posee Vivendi y conseguir su libertad.
Dicho y hecho, cerca de 8.200 millones de dólares han costado las 429 millones de acciones, que se distribuirán a accionistas minoritarios, más otros 172 millones de acciones que serán adquiridas por una firma liderada por el propio Kotick (todo queda en casa). De esta forma la mayoría de las acciones de Activision estarán en manos de pequeños inversores y se convierte en una compañía independiente sin tener que dar explicaciones a otra empresa. Vivendi por su parte consigue tapar una buena parte de sus deudas pero aún así se han quedado con unos 82 millones de acciones (un 12%).
Aunque esto no afecta en nada a la parte de desarrollo, según las propias palabras de su CEO era un paso necesario para crecer con más fuerza y expandirse. Además la compañía aún sigue teniendo más de 3.000 millones de dólares en efectivo, por lo que la venta no ha perjudicado a sus finanzas. Veremos qué futuro le espera ahora a Activision-Blizzard.