Si hay algo que no puede faltar un Dark Souls son criaturas no-muertas; fantasmas, zombis, huecos, y, por supuesto, esqueletos. Precisamente de eso va el tema, de esqueletos, siendo más concretos del Gran señor Wolnir, un esqueleto gigante que nos las hará pasar canutas en su dimensión oscura. Te contamos más a continuación.
El esqueleto más chic
Encontraremos a este jefe final en la parte final de las catacumbas, tendremos que interactuar con el cáliz en forma de esqueleto para ser teletransportados a la arena donde se producirá el enfrentamiento. De un momento a otro aparecerá el boss, no te spoileamos nada, pero, prepárate para un buen susto.
No es un enemigo especialmente difícil, pero debemos estar atentos a sus movimientos puesto que todos sus ataques son devastadores (es lo que tiene ser gigantesco, para algo tiene que valer). El escudo no nos servirá de mucho, así que, lo mejor será que os acostumbreis a esquivar con volteretas en el momento justo para este encuentro.
A parte de los ataques que realiza dando manotazos hay que destacar que, puede invocar una espada con la que ganará alcance, y, que a su alrededor hay una niebla que nos hará daño directo, y no poco precisamente, siete segundo ahí y caeremos vencidos.
Para hacerle daño tendremos que destruir las pulseras doradas de sus brazos, un poco, como las setas del árbol maldito, pero, si no lo hacemos rápido quedaremos atrapados entre el y la pared, muriendo por la niebla letal. Centraros en su brazo derecho (el que queda a la izquierda) primero, puesto que es más difícil de alcanzar cuanta menos vida le quede.
Como se podía esperar, al ser un esqueleto es débil a armas bendecidas, resistente a la oscuridad, e, inmune al veneno, las toxinas, el sangrado y el hielo.
Ahora que sabéis esto, no esperéis para acabar con este increíble jefe.