Primeras impresiones de Lucius

Si nos proponen ser el anticristo en un videojuego seguro que seríamos muchos los que diríamos “dónde tengo que firmar”. No se trata de creencias religiosas, ni de ser satánicos, ni de manifestar en nuestra mente una idea macabra de gore, girones de carne y sangre visceral gratuita a lo Carmageddon. Seguro que pensaríamos que nos están ofreciendo un planteamiento que parece destilar originalidad, una premisa inicial tan atrevida como atractiva. Porque no se puede negar que, en esa premisa, el morbo existe.

Lucius nos ofrece ser el lado más oscuro de Daniel el Travieso, sin la necesidad de recurrir al extremo más salvaje y explícito de los baños de sangre (al menos no tan exageradamente como hemos visto en otros lados, porque algunas escenitas sí pueden dar de qué hablar), aunque quizá nuestras expectativas se ven rotas por las voces que nos han ido llegando. No es Amnesia ni terror en el que lo pasamos deliciosamente mal, porque en sí, seremos nosotros quienes llevaremos el terror a la casa. Ni acaba siendo una aventura gráfica en primera persona. Lucius es básicamente el Hitman de Lucifer, más acción que no usar el coco y la parsimonia.

Y es que, si no nos dijeran que Lucius es el anticristo, bien podría pasar inadvertido como el Agente 47 empezando su oficio por antonomasia a los tiernos 6 años de edad por todas sus similitudes: liquidar objetivos sin ser vistos, incluso de forma tan profesional, que todas las muertes tienen que parecer accidentes. Aunque también podremos beneficiarnos del uso de poderes sobrenaturales que iremos ganando a medida que vayamos avanzando al cumplir nuestros objetivos.

En un ambiente al más puro estilo La Profecía o La Semilla del Mal, el auténtico padre de Lucius nos da licencia para liquidar uno a uno a los habitantes de la mansión y recolectar sus almas. Esa es nuestra finalidad, y le resta más originalidad de la que se podía esperar a la hora de la verdad. Pero no por ello deja de ser entretenido, ni deja de ser menos fácil de lo que puede parecer. Si queréis volver a experimentar una sensación similar aunque distorsionada de Hitman, ya que este se acerca pero a la vez mantiene las distancias por el contexto que nos acompaña, Lucius puede despertar vuestro interés.

Por el momento, nuestra primera impresión es que las cosas han sido demasiado fáciles. Las primeras víctimas han durado un suspiro y las hemos liquidado en escasos minutos. Además, ese escaso lapso de tiempo interactivo entre muerte y muerte se ve interrumpido por secuencias que truncan, por el momento, el ritmo de juego. Detalles quizá sin mucha importancia, porque lo que realmente adolece un poco es que parece ser que sólo tendremos una única opción para provocar esos accidentes, es decir, que no hay alternativas para encontrar un modo más creativo de eliminarlos y dar rienda suelta al libre albedrío.

Lucius sabrá llamar nuestra atención, sobre todo para saber a dónde nos conduce su historia. Esperemos que, como mínimo, las cosas vayan mejorando, que la experiencia sea algo más nutrida, que nos ofrezcan un reto más desafiante y la curva de dificultad vaya ascendiendo paulatinamente. Es probable que así sea, que dentro de poco, después de haber entrado en calor para hacernos una idea del juego, tengamos que agudizar el ingenio para encontrar el modo de despachar a nuestras víctimas. Pronto lo sabremos.

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