Carta de un fan decepcionado | Sony, de la decepción a la ilusión

Mis muy estimados señores de Sony:

Les escribo esta carta para expresar en ella lo que ha sido mi historia con sus sistemas de entretenimiento, además de utilizarla a modo de pipa de la paz tras largos años en el destierro de mi pasión por su marca PlayStation y todo lo que tenía que ver con ella.

Todo empezó cuando aquella caja de galletas gris llegó a mis ojos, PlayStation a secas, la de verdad, la que inició, también, su andadura en esto de los videojuegos. Ahora hay que llamarla PSX, porque al parecer la gente si no, podría confundirla con sus hermanas menores. Aquella consola que introducía con ilusión el formato CD en éste, nuestro mundillo, fagocitó con ansia predadora a sus competidoras, se decía que era menos potente, menos preparada, que no lo merecía, pero a golpe de buenos títulos, de magia pura, transmitida desde sus circuitos hasta las manos de quien la jugara, le hizo valedora del título de reina de su generación y de la venidera.

En ese momento, yo, jugador habitual de Nintendo, y esporádico de Sega, me vi cautivado, el DualShock era mi arma de batalla, el cuadrado, equis, círculo y triángulo, mi emblema, y la melodía de inicio de la Bios de la consola, mi son de guerra. Para mí no había nada más gratificante en el día, que pulsar el botón de encendido de mi amiga gris, aferrarme a mi desgastado controlador y viajar a través de universos que se presentaban ante mí, de una forma que nunca antes había imaginado. Clipping, tearing, popping y un sinfín de fallos técnicos presentes, no empañaban la experiencia de los primeros pasos de mis aventuras en un 3D al fin apetecible.

Hoy en día los niños se ríen de esas imágenes, aluden que esos juegos parecen horribles, que hacen sangrar su retinas, para mí muchos son obras de arte que aún no se han visto superadas. Metal Gear Solid, Soul Reaver, Ridge Racer Type 4, Gran Turismo 2, Tekken 3, Final Fantasy VII, VIII y IX, Tomb Raider II, Vagrant History, Omega Boost, Porsche Challenger, Resident Evil, una lista que podría seguir hasta la extenuación, títulos incunables, magnas obras del mundo del videojuego que elevan, para un servidor, a la PSX al olimpo de las consolas, al más alto puesto del entretenimiento digital. Que me perdonen sistemas como Dreamcast, GameCube o SNES, pero para mi PSX no tiene rival en catálogo de diversión.

Pero, como nada dura para siempre, empezó la decadencia de la marca PlayStation para mí, a la vez que se hacía famosa y las madres cambiaban su frase típica de: “¡Deja la Nintendo!”, a la moderna: “¡Deja la Play!”, para referirse a cualquier consola, más se acercaba la sombra de la PS2, la hermana pequeña egoísta y ególatra. Cuando salió ésta a la venta, les agradecí muy estimados señores míos de Sony que nos pusieran al alcance tal poder. Las imágenes de The Bouncer me hacían chiribitas en los ojos, Metal Gear Solid 2 simplemente no me lo podía creer, y Final Fantasy X era mejor de lo que mi imaginación me ofrecía.

Nació Xbox y renegué de ella, llegó la GameCube y la acepté a regañadientes, pero aún seguía sin una PS2. Cuando quise hacerme con ella me encontré con un panorama desolador, vi que todo eran sagas nacidas en PSX y que su hermana pequeña se aprovechaba de toda la buena fama creada a base de un gran trabajo. Conversiones cómodas y continuaciones flojas. Metal Gear Solid 2 me obligaba a manejar a Raiden, Lara Croft había perdido el rumbo de sus inicios, Ridge Racer ya no tenía magia en sus derrapes…

Después de haber sido un “sonyer” cabezón y testarudo, de haber mancillado el nombre del Jefe Maestro en su primera incursión al mundo, me vi comprando una consola de Microsoft, disfrutando como un enano a los mandos del tipo verde de la armadura, alucinando con la potencia sin medida de aquella caja negra, su sistema en línea, su disco duro y sus posibilidades infinitas una vez “liberada”.

Aparecieron títulos que me devolvían la fe por momentos, como ICO y Shadow of the Colossus, pero no era suficiente. Para sumarse a todo eso, con ilusión importé una PSP, pero vi cómo los usuarios europeos éramos poco menos que hormigas para ustedes, y su trato hacia nosotros dejaba muchísimo que desear. Pocos lanzamientos decentes para la portátil y los pocos buenos se convertían a PS2, quitándole la personalidad a la más pequeña de la familia, todo hacía que la marca PlayStation perdiera el brillo que antaño relucía en mis pupilas. Me negué a volver a adquirir uno de sus sistemas si las cosas no cambiaban.

Llegó PS3 y la cosa se fue más cuesta abajo si cabe. El penoso lanzamiento europeo de PSP se repetía una vez más con la nueva sobremesa. El precio destruía las pocas ganas que tenía de hacerme con una y Xbox 360 cubría con holgura todas mis necesidades como jugador. Batacazo tras batacazo: Un cuestionable servicio técnico, un penoso espectáculo en el E3 con el Move, problemas con el PlayStation Network y sus hackeos. Tan sólo Uncharted, los espectaculares Killzone y las japonesadillas varias que siempre me han gustado tanto, atraían nimiamente mi atención, nunca lo suficiente como para interesarme por su compra.

Con PS Vita no me vi llamado a tirar de importación y cuando pisó territorio español tampoco me tentó, debido a otro lanzamiento algo desolador. Gravity Rush y sus juegos de pelea eran el mayor reclamo, eso y que pese a lo que han maltratado ustedes a su PSP, yo siempre le he tenido cierto cariño y PS Vita indudablemente me recordaba a ese cacharro y mi aprecio por él. A pesar de todo sigo sin tener una.

Pero tras tanto batacazo, tras tanto error, tras fallar y fallar, como un ave fénix silencioso pero letal, surgió la mejor maquinaria de marketing que jamás hayan parido sus entrañas, PS Plus. Porque si Xbox Live era inamovible como servicio a pesar de sus evidentes carencias y fallos de base, había que ir a por él. Bien hecho Sony, así sí, así se enmiendan los errores, así se hace que un usuario se sepa recompensado y mimado. Pagar una cuota a todas luces mucho menor que la requerida por Microsoft y llenar a los usuarios de grandes títulos cada mes, era mi idea de las descargas digitales cuando todo comenzaba.

PS Plus ha devuelto mi fe en ustedes, ha hecho que necesite tener una PlayStation 3 en mi poder, que quiera adquirir una PS Vita más que nunca y que el DualShock vuelva a sentirlo como mi arma de batalla. Puede que no tenga los últimos juegos en este servicio, pero si muchos que aún no he disfrutado por estar decepcionado con ustedes. Ahora un mundo entero de juegos a un precio de risa se vislumbra en mi horizonte. Espero que esta amistad comience sólida y sea duradera, yo estaré ahí para comprar The Last of Us o Beyond cuando sean lanzados, pero ustedes no me defrauden de nuevo, por favor, hagan que mi ilusión aún dure un poco más.

P.D: Ésta es posiblemente la carta más personal que vaya a escribir, perdonen si me olvido de sagas importantes, de detalles que debería haber remarcado, pero lo he escrito según salía de mis mejores y mis peores recuerdos, sin adulterar y he hecho un uso abusivo de vídeos porque las imágenes me sabían a poco.

Atentamente: un niño pequeño al que le han devuelto su juguete favorito.

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