Últimamente los gamers estamos viendo dos claras tendencias en el mundo de los videojuegos de cara a los lanzamientos: los títulos que se ajustan a las fechas del mercado, y los que se retrasan con ánimo de acabar de la mejor forma posible el producto final.
En los del primer tipo nos solemos encontrar con lanzamientos accidentados, repletos de problemas de rendimiento, de código y con servidores inestables. Casos como el del reciente Assassin’s Creed Unity han colmado la paciencia de muchos usuarios, y no podemos olvidarnos de ejemplos tan penosos como los de Battlefield 4 y Total War: Rome 2.
Del segundo tipo hoy hemos conocido la noticia de que The Witcher 3: Wild Hunt se retrasará hasta el 19 de mayo. Hace una semana Bloodborne hizo lo propio, antes lo hizo Project Cars y el primero en apuntarse de los grandes de este año fue Battlefield Hardline.
El resto de juegos que hemos recibido hasta ahora, si cogemos como ejemplo este último trimestre, han llegado en buen estado a las tiendas, o al menos no han necesitado una cantidad vergonzosa de parches para arreglar problemas. Lo positivo de todo esto es que no son muchos los que llegan como ha llegado Unity, de hecho ha tocado fondo por todos, Ubisoft siempre es la reina del drama.
También hay que señalar que lanzar un juego sin ningún tipo de fallo o problema de rendimiento es una tarea complicada. Requiere mucho, mucho testeo y la cantidad de combinaciones posibles en PC, no sólo en hardware, sino en software, volverían loco a cualquiera. Pero se pueden dejar productos bien hechos, o lo mejor hechos que se pueda.
Nadie, absolutamente nadie, debería gastarse 60€ en un juego que no esté lo suficientemente cuidado como para presentar una cantidad de problemas tan pequeña que se convierta en anécdota. Cuando recibimos un título sin terminar en nuestras casas, nuestra confianza, que es la que nos lanza a comprar, se rompe, y las cifras de las compañías se resienten.
Por esto, cuando leemos que un estudio retrasa la fecha de un producto a pesar de saltarse los grandes momentos del mercado, nos llevamos una alegría. Llevo mucho tiempo esperando The Witcher 3, y me había hecho a la idea de que podría disfrutarlo en un par de meses, pero la noticia de su retraso me ha alegrado el día, porque no hay nada que lleve peor que perder la confianza en las compañías que firman los juegos que más me gustan.
¿Recapacitará la industria y a partir de ahora veremos calendarios más realistas?